El conflicto del oro: una división en la Tierra Munduruku de la Amazonía
Minería ilegal, pobreza y un territorio en disputa entre desarrollo y conservación ambiental
En el corazón de la Amazonía brasileña, la minería ilegal de oro ha fracturado a las comunidades indígenas de la Tierra Munduruku, ubicadas en el estado de Pará. Mientras algunos líderes defienden la explotación minera como una forma de sustento, otros alertan sobre los daños irreversibles que esta actividad causa en el medio ambiente y la salud de su población.
Fotografía aérea del 6 de noviembre de 2024 de una operación de extracción ilegal de oro en las orillas de la BR 230 conocida como transamazónica en el municipio de Jacareacanga (Brasil). EFE/Isaac Fontana
Una lucha entre el oro y la selva
Cleudimar Kirixi Munduruku, líder de la aldea Jacaré Velho, representa a los que abogan por preservar la selva y evitar la minería. Sin acceso a agua potable, su comunidad sobrevive de la pesca y la agricultura, pero sus “parientes mundurukus” en otras aldeas como Boca do Rio das Tropas apoyan la extracción de oro, lo que ha generado tensiones. Según Cleudimar, esta división pone en riesgo no solo el territorio, sino también las relaciones entre las aldeas.
En Kaba Biorebu, otra aldea del territorio, el cacique Jonatas Munduruku recuerda cómo la minería afectó su comunidad en el pasado. Ahora, prefieren dedicarse a la comercialización de harina de mandioca, aunque reconoce que la minería es una salida para quienes enfrentan la falta de empleo. Sin embargo, advierte que esta actividad trae problemas, desde la contaminación con mercurio hasta la violencia.
Un desafío para la región
Jacareacanga, la ciudad más cercana, ilustra la paradoja de la minería en la Amazonía. A pesar de su intensa actividad minera y de las Múltiples tiendas de “Compro Oro”, la ciudad registra uno de los índices de desarrollo humano más bajos de Brasil, reflejando la desigualdad que acompaña a la explotación de recursos.
El gobierno brasileño ha lanzado una operación desde noviembre para frenar la minería ilegal en la región, destruyendo maquinaria y campamentos clandestinos en más de 300 intervenciones. Sin embargo, el nivel de sofisticación de los mineros ilegales sigue creciendo, con el uso de tecnologías avanzadas como antenas satelitales Starlink y retroexcavadoras.
El impacto ambiental es devastador. El mercurio utilizado para separar el oro contamina los ríos y envenena la cadena alimentaria, causando graves problemas de salud, especialmente en bebés. “Tenemos que buscar formas de tratar esta enfermedad que está en nosotros”, lamenta João Kaba, coordinador de la Asociación Indígena de Pusuru.
Hacia soluciones sostenibles
Algunos líderes, como la profesora Rosane Kaba, apuestan por alternativas más sostenibles, como los créditos de carbono, que remuneran a las comunidades por conservar la selva. “Quien está en la minería es porque no hay empleo en la aldea o en la ciudad”, reflexiona.
Mientras tanto, la división persiste, enfrentando la necesidad de supervivencia inmediata con la urgencia de proteger uno de los ecosistemas más importantes del planeta. La Tierra Munduruku sigue siendo un escenario de lucha entre tradición, desarrollo y conservación.
Con información de: EFE