Cómo el calentamiento global está robando horas de sueño y afectando la salud
El incremento de las temperaturas durante la noche está perjudicando el descanso nocturno y plantea serias consecuencias para el bienestar general a nivel mundial.
La falta de sueño favorecida por el calor nocturno aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y afecta el bienestar mental. En los últimos cinco años, el aumento de las temperaturas nocturnas ha incrementado la pérdida de horas de sueño en un 5%, impactando negativamente la salud cardiovascular y el bienestar físico y mental.
Imagen: Andrea Piacquadio
Se estima que para 2050, el uso global de aire acondicionado se triplicará, intensificando este problema ambiental. Según un estudio de la revista The Lancet, el calor nocturno ha incrementado en un 6% la pérdida de sueño en 2023, año con temperaturas récord. Este fenómeno dificulta la capacidad del cuerpo para recuperarse, aumenta la presión arterial y eleva el riesgo de enfermedades cardíacas y mentales.
El problema se agrava en ciudades y áreas de bajos ingresos, donde el acceso a sistemas de refrigeración es limitado, lo que aumenta la vulnerabilidad ante el calor nocturno. La exposición al calor en zonas urbanas crea “islas de calor”, intensificando el impacto negativo en la salud.
A medida que el planeta se calienta, las noches se tornan más cálidas, afectando el sueño de millones de personas en todo el mundo. Este es un problema silencioso y gradual que, aunque menos evidente que los eventos climáticos extremos, tiene profundas consecuencias en la salud y calidad de vida.
Imagen: Pixabay
El último informe de The Lancet revela que el aumento de las temperaturas nocturnas en los últimos cinco años ha provocado un incremento del 5% en las horas de sueño perdidas a nivel global. En 2023, la pérdida de horas de sueño subió a un 6%. El calor nocturno provoca incomodidad y tiene efectos fisiológicos que alteran la capacidad del cuerpo para recuperarse. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el descanso nocturno es crucial para que el cuerpo se enfríe y recupere del calor acumulado durante el día, una función que se ve alterada cuando las temperaturas no bajan lo suficiente por la noche.
El investigador Nick Obradovich, que experimentó las consecuencias de dormir en altas temperaturas, observó que, durante una ola de calor en 2015 en San Diego, las temperaturas nocturnas superaban los 24°C (75°F). Este ciclo de interrupción del sueño lo motivó a investigar más sobre el fenómeno. Su análisis de los patrones de sueño de casi 47,000 personas en 68 países arrojó que, en promedio, las personas están perdiendo 44 horas de sueño al año debido al aumento de las temperaturas nocturnas, cifra que podría ascender a entre 50 y 58 horas anuales si continuarán los niveles actuales de emisiones de gases de efecto invernadero.
Imagen: Marcin Jozwiak
El impacto del calor nocturno se registra en todo el mundo y afecta de manera desigual a diferentes poblaciones. Las investigaciones muestran que las poblaciones de países con climas cálidos y las de bajos ingresos son las más afectadas. Además, las personas mayores son especialmente vulnerables debido a que su capacidad para regular la temperatura corporal disminuye con la edad.
La falta de sueño afecta múltiples aspectos de la vida, incrementando el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, problemas metabólicos y alteraciones del estado de ánimo. La arterial desciende a sus niveles más bajos durante el sueño, y si este se interrumpe por altas temperaturas, pueden surgir problemas de presión graves como hipertensión y accidentes cerebrovasculares.
Los expertos indican que la temperatura ideal para el sueño se sitúa entre los 16°C y 20°C (60°F y 68°F), y cualquier variación por encima de este rango puede afectar la calidad del descanso. Cuando las temperaturas nocturnas son elevadas, el mecanismo natural de enfriamiento del cuerpo se ve dificultado, especialmente en verano y en zonas cálidas. Investigaciones recientes han señalado que, en las noches donde la temperatura supera los 30°C (86°F), las personas duermen en promedio 14 minutos menos.
La ONU advierte que el calor nocturno es especialmente problemático en áreas urbanas, donde las “islas de calor” y la falta de vegetación provocan temperaturas más altas que en las zonas rurales. En ciudades densamente pobladas y en países de climas cálidos, como en Oriente Medio, el sudeste asiático y América Latina, las noches frescas son cada vez más raras.
El científico Jeremy Farrar, de la OMS, indicó que para 2050 se estima que el uso de aire acondicionado a nivel mundial se triplicará, representando un desafío ambiental. Aunque este artefacto puede proporcionar un alivio inmediato, su uso intensivo aumenta las emisiones de gases contaminantes que contribuyen al calentamiento global, agravando aún más el problema. El acceso a sistemas de refrigeración no es universal, y las personas de bajos ingresos suelen carecer de estos recursos.
Imagen: Sergei A
La comunidad científica propone soluciones como mejorar la infraestructura y el diseño urbano para adaptar los entornos a las condiciones climáticas actuales y futuras. Algunas ciudades están implementando proyectos piloto de “techos verdes” y parques urbanos para reducir la temperatura en áreas densamente pobladas y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Con información de: Infobae