La consultoría filosófica como acompañamiento hacia la verdad
La consultoría filosófica se aparta de todo lenguaje autoayudista, de las promesas de felicidad inmediata y de los clichés motivacionales.

Desde las últimas décadas marcadas por la ansiedad difusa, la precariedad del sentido y la fragmentación del yo, resurgen prácticas que, lejos de prometer soluciones rápidas o bienestar instantáneo, abogan por el ejercicio radical de pensar. La consultoría filosófica no se presenta como una alternativa a la psicoterapia ni como un suplemento motivacional, más bien puede ser vista como un espacio para la búsqueda rigurosa de la verdad a través del diálogo filosófico. Este ejercicio, inspirado en la mayéutica socrática busca parir o dar luz a la ideas propias, confrontar las creencias implícitas y explorar los límites del pensamiento.
“El alma se enferma cuando se le impide buscar la verdad por sí misma”
— Platón, Fedón
La consultoría filosófica puede definirse como una práctica dialógica entre un filósofo consultor y un individuo que busca comprender con mayor profundidad su experiencia vital. Este acompañamiento no cura, comprende; no calma, despierta la inquietud por el ser. Es una praxis que reconoce que las preguntas esenciales —sobre la muerte, la libertad, la responsabilidad, la autenticidad— no pueden ser eludidas sin consecuencias existenciales. En este sentido, el método mayéutico —en griego, maieutiké téchne, en tanto a la partería— ocupa un lugar central. Sócrates no enseñaba en el sentido tradicional: hacía preguntas incómodas, persistentes y fundamentales. Preguntas que removían las certezas aparentes y conducían, si se insistía lo suficiente, hacia un vacío fértil desde el cual repensarse.

“Solo sé que no sé nada”
— Platón, Apología de Sócrates
Esta forma de preguntar, lejos de ser meramente técnica, es un acto filosófico radical, pues apunta al corazón de la subjetividad. Según Lou Marinoff (2002), uno de los referentes contemporáneos en el campo, “la filosofía puede ayudar a las personas a identificar y clarificar los principios que rigen su conducta”. No se trata, entonces, de ofrecer consuelo, es de sostener el malestar productivo que genera pensar con profundidad, sin evasivas ni autoengaños.
Autores como Oscar Brenifier (2007) han acentuado también que la filosofía no tiene por función consolar ni embellecer la vida, es enfrentar la existencia con lucidez. De tal manera, la consultoría filosófica opera como una práctica crítica que deconstruye lo evidente, desestabiliza lo cómodo y habilita nuevas formas de comprensión. Es un ejercicio ético de responsabilidad frente a uno mismo y frente al mundo.

Así concebida, la consultoría filosófica se aparta de todo lenguaje autoayudista, de las promesas de felicidad inmediata y de los clichés motivacionales. Se trata más bien de recuperar la pregunta por el sentido desde un lugar incómodo, imperfecto, pero auténtico. Un espacio donde se pueda dudar con dignidad, pensar sin máscaras, y ejercitar la crítica como forma de cuidado de sí. De esta manera, la consultoría filosófica puede tener efectos transformadores sobre el bienestar del individuo, precisamente porque permite abrir grietas en discursos internos que se dan por sentados. Como señala Carlos Javier González Serrano (2024), filósofo español especializado en salud mental, “la filosofía, cuando se toma en serio, exige que nos responsabilicemos de nuestras elecciones, que asumamos nuestra finitud y que nos enfrentemos a la intemperie de la existencia”. En este proceso, la experiencia del consultante se aborda desde una perspectiva singular y situada. No se aplican categorías generales, ni se receta una doctrina. Se piensa con el otro y desde el otro, como parte de un proceso conjunto de clarificación conceptual y revisión de vida. En palabras de Eugenio Trías (1991), “pensar es asumir los límites de nuestra condición, y habitarlos con conciencia trágica y luminosa a la vez”.
Desde luego, la consultoría filosófica no sustituye ni compite con la psicología clínica, cuyo campo de acción y método son distintos. La psicoterapia se basa en marcos teóricos empíricamente validados para tratar patologías psicológicas; la consultoría filosófica, por su parte, se orienta hacia la deliberación reflexiva sobre cuestiones existenciales. En muchos casos, ambas pueden coexistir de forma complementaria, como modos distintos de acompañar al ser humano en su complejidad.

En tiempos de ruido, velocidad e inmediatez, la consultoría filosófica ofrece algo profundamente subversivo: una pausa reflexiva para pensar la vida desde sus cimientos. No es un servicio para quien busca soluciones rápidas, es para quien se atreve a pensar sin garantías. Filosofar, en este sentido, sigue siendo —como lo fue para los griegos— una forma de cuidar el alma, de resistir la banalidad, y de habitar la existencia con dignidad.
Desde PA’ MAMMA como equipo de trabajo, reconocemos la complejidad del ser humano y la necesidad de abordarlo desde múltiples dimensiones del saber. Por ello, como parte de algunos de nuestros planes terapéuticos, ofrecemos también el servicio de consultoría filosófica, con el objetivo de integrar enfoques que, lejos de contraponerse, se complementan en la búsqueda del bienestar integral. La filosofía es una forma de vida y cuando se le permite dialogar con otros saberes —como la psicología o la medicina— resulta significativa en el proceso de comprensión, acompañamiento y transformación del sujeto.
Así, desde una mirada plural y crítica, apostamos por un enfoque terapéutico que reconozca al individuo en su totalidad: corporal, emocional, social y también filosófica.
Referencias
Arnold, M. B. (2013). Philosophical Counseling: Theory and Practice. Palgrave Macmillan.
Brenifier, O. (2007). Filosofar como Sócrates. Editorial Paidos.
Cavallé, M. (2012). La sabiduría recobrada: Filosofía como terapia. Kairós.
Dussel, E. (2021). Filosofía de la liberación. Siglo XXI Editorial Docencia.
González Serrano, C. J. (2024). Una filosofía de la resistencia. Editorial Destino.
Marinoff, L. (2002). Más Platón y menos Prozac. Editorial Punto de Lectura.
Platón. (1992). Diálogos (Fedón, Apología de Sócrates). Editorial Gredos.
Sartre, J.-P. (2002). El ser y la nada. Ediciones Cátedra.
Trías, E. (1991). La razón fronteriza. Destino.