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Miguel de Unamuno, un final trágico en la Guerra Civil Española
UN DÍA COMO HOY
Publicado en 31/12/2024

Miguel de Unamuno, un final trágico en la Guerra Civil Española

Unamuno, un pensador de la profunda humanidad, murió el 31 de diciembre de 1936, marcado por la tristeza y el conflicto que asolaba España.

Miguel de Unamuno, uno de los más grandes intelectuales de España, vivió sus últimos días bajo la sombra de la Guerra Civil, un conflicto que desgarró el país y también su alma. Su muerte, un 31 de diciembre de 1936, es un recordatorio de la tragedia personal y política que marcó la historia de España.

A los 72 años, el filósofo se encontraba recluido en su casa de Salamanca, con su salud cada vez más deteriorada. Pocos meses antes, el escritor se había enfrentado públicamente a las autoridades franquistas en un acto organizado por la Junta Técnica del Estado, donde, al final de la jornada, dejó caer una de sus más famosas intervenciones: “La nuestra es una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer no es convencer”. Este valiente pronunciamiento contra la intolerancia y el odio de la contienda lo llevó a ser duramente reprimido por los falangistas, que lo acusaron de "rojo" y lo destituyeron de sus cargos académicos.

A pesar de los intentos de silenciarlo, Unamuno siguió luchando con su pluma. Tras ser confinado en su casa bajo vigilancia, el escritor dedicó su tiempo a escribir, mantener correspondencia con amigos de todo el mundo y reflexionar sobre el rumbo de España. Durante esos meses de encierro, Unamuno se sintió como un prisionero en su propio país, enclaustrado en una Salamanca dominada por el franquismo.

La noche de su muerte, el 31 de diciembre, Miguel de Unamuno recibió la visita de Bartolomé Aragón, un falangista que había sido alumno suyo. Ambos compartieron una conversación, y en un momento dado, el escritor, con su ya frágil salud, pronunció una última frase: "¡España se salvará porque tiene que salvarse!". Después, sufrió un desmayo, y aunque su visitante creyó que estaba dormido, Unamuno cayó sobre un brasero encendido, donde su pie se prendió en llamas. A pesar de la presencia de Aragón, fue demasiado tarde para salvarlo. Así, Miguel de Unamuno murió a causa de las quemaduras y el frío, en un acto simbólico de una vida marcada por la lucha y la resistencia.

La muerte de Unamuno fue un reflejo del conflicto interno y de la enorme tristeza que sintió por la España fracturada de su tiempo. Mientras su cuerpo yacía inmóvil, las autoridades franquistas proclamaron su caída de manera oficial. Sin embargo, la tragedia personal del escritor no pasó desapercibida, y la noticia de su muerte dejó una huella indeleble en la historia de la Guerra Civil Española. Antonio Machado, otro gran escritor de la época, recordó a Unamuno diciendo: "Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en la guerra. ¿Contra quién? Quizás contra sí mismo".

El legado de Unamuno, tanto como filósofo como escritor, sigue vivo en la memoria de todos aquellos que, como él, lucharon por la libertad de expresión y la paz en tiempos de guerra. Su muerte, un 31 de diciembre, es un triste recordatorio de lo que puede ocurrir cuando la lucha por las ideas se convierte en una guerra personal, dejando una huella profunda tanto en el autor como en su nación.

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