Cultivando la mente infantil: la semilla del pensamiento crítico
Por: Paola Vargas
La importancia de inculcar hábitos de pensamiento en la infancia se erige como una temática de suma relevancia en el proceso de desarrollo infantil. En esta exploración, nos adentraremos en el concepto de "protopensamiento", una noción proyectada por el destacado filósofo Juan Carlos Ruiz, que nos invita a repensar la manera en que concebimos a los niños en su proceso cognitivo y su capacidad para construir conocimiento. Este concepto se basa en tres pilares fundamentales: el asombro, la curiosidad y el cuestionamiento.
El "protopensamiento" postula que los niños deben ser vistos más que simples receptores pasivos de información, sino que actores activos en la edificación de su comprensión del mundo. Al adentrarnos en este contexto, encontramos una simbiosis con la teoría constructivista del aprendizaje, la cual subraya que las personas desarrollan su comprensión a través de la interacción con su entorno y la incorporación de nuevas experiencias en sus estructuras cognitivas preexistentes. En otras palabras, los niños no son una "tabla rasa" sin capacidades cognitivas innatas, por lo tanto debemos enfocarnos que desde una edad temprana poseen las herramientas necesarias para explorar, cuestionar y aprender activamente.
Existen elementos importantes para despertar el pensamiento crítico en los niños:
1. Explorando: Conversemos con nuestros hijos acerca de los eventos que moldean su entorno y nuestra sociedad, abordemos lo que captan de los medios de comunicación, sus amigos y familiares. Al mismo tiempo, inspiremos su curiosidad proporcionándoles diversas fuentes de información, fomentando así su habilidad para discernir.
2. Indagando: Invitémoslos a compartir sus pensamientos sin emitir juicios desde nuestro lado. Transformémonos en guías al estilo de Sócrates en nuestro propio hogar, alentando a nuestros pequeños a escucharse, a mantener una mente abierta y a aprender a ajustar o enriquecer sus puntos de vista desde una edad temprana.
3. Escuchando: En ocasiones, como padres, tendemos a hablar, dar órdenes y juzgar más de lo que escuchamos. Sin embargo, al adoptar la postura de oyentes, vamos a fortalecer nuestra relación con nuestros hijos, así como sorprendernos al descubrir que escuchamos más cuando son pequeños que cuando llegan a la adolescencia.
Este paradigma encuentra resonancia en la noción de "pensamiento infantil" que preconizaron filósofos de renombre como Rousseau y Locke. Estos pensadores destacaban la singularidad de la percepción infantil y su menor predisposición a verse afectada por las convenciones sociales y las estructuras de pensamiento inflexibles que a menudo coartan la mente de los adultos. En este sentido, el protopensamiento de Ruiz nos insta a proteger y nutrir esta perspectiva infantil, evitando la imposición prematura de limitaciones a su exploración del mundo.
El desarrollo cognitivo infantil está intrínsecamente vinculado a la formación de hábitos de pensamiento. Los niños poseen una capacidad innata para observar, explorar y aprender de su entorno. Este pensamiento reconoce y respeta esta capacidad, subrayando la importancia de no subestimar la capacidad de los niños para formular preguntas, buscar respuestas y comprender el mundo que les rodea. También puede relacionarse con la tradición filosófica que valora la capacidad de hacer preguntas y cuestionar las suposiciones. Filósofos como Sócrates se destacaron por su método de interrogación y diálogo para estimular el pensamiento crítico. Enseñar a los niños a hacer preguntas y a cuestionar es una manera efectiva de promover el pensamiento filosófico desde una edad temprana.
Para fomentar estos hábitos de pensamiento en nuestros hijos, se torna esencial mantener un diálogo abierto y genuino sobre su entorno y sus vivencias, alentando la libre expresión de sus pensamientos sin emitir juicios precipitados. La práctica de la escucha activa desde las etapas más tempranas de la infancia sienta las bases para establecer relaciones sólidas y eficaces, las cuales serán fundamentales a medida que los niños transitan hacia la adolescencia y la adultez.
En definitiva, la siembra de estos hábitos de pensamiento durante la infancia cataliza el crecimiento intelectual de los niños, al igual que contribuye a la formación de ciudadanos futuros con habilidades críticas y reflexivas. Al empoderar a los niños con la capacidad de pensar de manera crítica y cuestionar su entorno, les brindamos las herramientas necesarias para convertirse en miembros activos y conscientes de la sociedad, contribuyendo al avance de una cultura de pensamiento profundo y reflexión constante.
Materiales de consulta:
Libro Cocola y las gafas asombrosas – José Carlos Ruiz
Libro El arte de pensar para niños – José Carlos Ruiz